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Mostrando entradas de octubre, 2022

RELATO NADIE SABE

  N adie sabe cuándo nació ni cuándo murió. De él se sabe que conocer el origen del universo y el escribir poesías y relatos eran una sola vocación. El destino prosperó y en poeta se convirtió. Nadie sabe cuántos libros leyó ni cuántos poemas escribió en su enfermedad, de la cual nunca se curó. Intentó enlazar las letras a la filosofía, teología, economía,… a todo saber que leyó. Un biógrafo dijo que en algunos años, se sabría de él y que quedarían en la antología relatos breves y versos que vienen desde la primavera de su niñez. Del biógrafo nadie sabe cuántas vidas escribió. Algún olvidado citadino del sur del Perú, dedujo que el biógrafo y el escritor eran el mismo. Los años, a lo dicho de tal citadino, le otorgaron razón. Nadie sabe si conoció una mañana a Sócrates o una noche a Vallejo. Sí se sabe que los admiró y  también que de la esperanza no se alejó. Se sabe que contrastó varias ideologías: Marxismo, Capitalismo, Cristianismo,…, y con una sola de ellas se quedó...

RELATO EL SABIO

  R ecordaba sus inventos y el motivo que los llevó a ellos. Discrepaba de su tiempo, pensaba que la humanidad con el tiempo podía destruirse a sí misma con la ciencia y la tecnología, porque esa humanidad no entendía el bien que la ciencia le otorgaba. Algún intento tenía que realizar. Reunió a científicos contemporáneos y hombres célebres, escribió frases sabias con la insistencia de guiar la moral del hombre. Hizo más por la humanidad que por la tecnología. No podía olvidar lo de Hiroshima y Nagasaki. Este perseguido judío, contrario a las guerras, amaba la paz. La gravedad y la energía, en los últimos años ya no ocupaban su mente, sino el futuro del mundo con una brisa de esperanza. Una de sus últimas frases fue. ”El hombre es quién es cuando desconoce el mal”. De esta manera, es que yo recuerdo a Einstein.   Uno de los microrrelatos seleccionados del Concurso Letras con Arte, España, 2015  

Cuento Gotas de Vino

  S iempre le interesó la historia narrada en bares del Puerto de Santa María. No creía que Menesteo – según la egregia leyenda griega- fundó tal ciudad. Los bares se entremezclan con las ruinas del puerto, al que llaman   los Cien Palacios . Rafael Orce era un poeta olvidado por él mismo en aquel lugar. Los andaluces lo reconocían y recitaban sus versos después de haber bebido cantidades del vino jerez. Usaba una boina café, un abrigo azul y una chalina. Era un catador de vinos nato   y disfrutaba cada gota entre tertulias prolongadas con intelectuales, poetas novatos e intelectuales en   el bar “El Señorío”, donde   contrastaban ideas de literarias y de política. Leyó las Rimas de Bécquer, las obras de Lope de Vega, los poemarios de Borges, tenía predilección por la prosa de Unamuno y releyó las aventuras de Alonso Quijano. Su mente transitaba   con el sabor del buen vino. Se fue al puerto a escribir, a caminar y alejarse del ruido mundano. Necesitaba...