Cuento Gotas de Vino

 

Siempre le interesó la historia narrada en bares del Puerto de Santa María. No creía que Menesteo – según la egregia leyenda griega- fundó tal ciudad. Los bares se entremezclan con las ruinas del puerto, al que llaman  los Cien Palacios. Rafael Orce era un poeta olvidado por él mismo en aquel lugar. Los andaluces lo reconocían y recitaban sus versos después de haber bebido cantidades del vino jerez.

Usaba una boina café, un abrigo azul y una chalina. Era un catador de vinos nato  y disfrutaba cada gota entre tertulias prolongadas con intelectuales, poetas novatos e intelectuales en  el bar “El Señorío”, donde  contrastaban ideas de literarias y de política. Leyó las Rimas de Bécquer, las obras de Lope de Vega, los poemarios de Borges, tenía predilección por la prosa de Unamuno y releyó las aventuras de Alonso Quijano.

Su mente transitaba  con el sabor del buen vino. Se fue al puerto a escribir, a caminar y alejarse del ruido mundano. Necesitaba saber más de sí mismo para seguir escribiendo versos, muchos de ellos inéditos. La fama no le importaba, era de aquellos poetas que vivían con la trama de sus propias páginas y con ello ensayan vivir de una manera más libre, más espontánea.

Una tarde de otoño, Orce escribía el primer verso de su último poemario, cayeron sobre sus apuntes algunas gotas de vino. Ello lo inspiró a escribir su mejor poema: “Gotas de sangre”. Hoy, Rafael Orce es verso y también gloria.

Estudió solamente dos años Letras en la Universidad de Salamanca. Fue un autodidacta, pues estudió Historia Universal, Filosofía, Lógica, Teología y Economía.

Se enamoró enloquecidamente algunas veces, nunca se casó, Recordaba poéticamente su primer idilio. Con el libro “Gotas de Sangre” obtuvo el Premio Nobel en 1982. Esta obra está considerada entre las cien mejores de la narrativa universal. Escribió también un poemario titulado “Elogio a España” con el cual obtuvo el Premio Cervantes. Vivió seis años en Madrid y dos en Barcelona. Vivió cuarenta y tres primaveras, antes de fallecer escribió un ensayo denominado “La poesía en nuestras vidas”.

 “Gotas de sangre” tiene entre sus líneas estos versos:

Una gota de sangre es el presagio  de nuestro destino

y es también el presagio de una vida en aquel infinito,

en el cual deseo que duerman mis versos.

 

 

Uno de los microrrelatos seleccionados del Concurso Letras con Arte, España, 2015

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