POEMA MI INFANCIA
Mi
infancia tiene el honor de la ternura y
el amor de mi Madre.
A
mis padres les debo mi amor a los libros, a las bibliotecas y a las letras.
Recuerdo
aquella callecita de Zela poco empinada y
de
color sillar arequipeño, donde viví mi inolvidable infancia.
Recuerdo
también el patio de mi casa y el ayer es hoy,
ese
patio de travesuras e ilusiones de color rojizo,
donde
jugaba incansablemente por las tardes.
Desde
aquel patio veía la imponente Catedral de la Placita de Armas,
donde
paseaba algunas tardecitas dominicales.
Yo
no puede vivir sin mi infancia,
ella
espera que la recuerde, para que aquel hermoso ayer sea hoy.
Yo
crecí con la dulce mirada de mi Madre.
Todo
era bondad en sus ojos bellos.
Le
hablo por las noches y las mañanas,
para
mitigar el saber que ya no está aquí.
Ahora
sé que juega junto al niño Dios en una imaginaria Judea.
Hay
una estrella, cuyo nombre no sé, que
hace que te recuerde Madre.
Mi
infancia congenió con la longevidad de mis abuelos,
viví
bajo el cuidado amoroso de mi abuela María.
Ella
hizo su último suspiro un viernes por la mañana,
aquel
día, yo también respiré por última vez.
De
mi abuelo Guillermo, tengo una imagen vívida en la memoria,
gracias
a mis conversaciones maternales.
Dejo
a Dios mis huellas de niño cándido,
mis
frases reunidas en aquel detallado vergel.
Yo
no puede vivir sin mi infancia,
ella
espera que la recuerde, para que aquel hermoso ayer sea hoy.
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