HOMBRES DESCALZOS

 La sonrisa del nuevo día

ilumina a los hombres descalzos con sed.

Vienen del frío nocturno, de una velada sin pan

y sus ojos que esperan ser hombres de bien.

El anciano que clama piedad

y el niño mendigo, caminan en la vereda del olvido.

Hombres descalzos y pobres, niños sin mal,

se cubren de la misma lluvia; del desamor,

se ríen bajo el mismo sol; el  del amor.

Esperan el alba con sueños de maná,

sienten el olvido de un rostro de la humanidad,

despiertan  y duermen en la misma plaza.

Son los huérfanos  de la caridad.

¡Tanto vacío!

¡Tanto qué cambiar!

¡Tanto amor sin nido!

Dejan plegarias los niños con sed

a un mármol de  catedral

y  un carpintero de Belén,

labra  el pesebre de una nueva humanidad.  

En caminos muy largos,

he pisado algunas veces las mismas huellas

de los hombres descalzos.

Por esos caminos, es que deseo siempre andar.

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