Artículo periodístico: El arequipeño Vargas Llosa
A
Mario Vargas Llosa le debo en parte mi vocación de ser escritor, pues en
octubre de 1997 lo escuché en el
paraninfo de la Universidad Nacional de San Agustín, cuando recibió el Doctor
Honoris Causa. En aquella ocasión, pronunció una conferencia titulada La
Semilla de los Sueños, donde narró cómo en él surgió su vocación de ser
escritor, por momentos al escucharlo lloré y me emocioné, yo ya escribía
algunos poemas y cuentos en aquel entonces. Lo conocí a nuestro Nobel y me firmó uno de sus libros, fui acompañado
de mis padres, quienes eran unos empedernidos y agudos lectores. Creo que
aquella vez me dijo algo Vargas Llosa que ya no recuerdo. Discrepo de sus ideas
liberalistas, mi forma de ver la vida es diferente. Soy un pequeño escritor
católico que critica al liberalismo, al marxismo y otras posturas ideológicas
que no ayudan al ser humano a su realización integral; pero comparto con mi
coterráneo literato el amor a las letras y a los libros, esa predilección por
la cultura.
Contaba
también con la nacionalidad española y dominicana este exponente del boom
latinoamericano. Se hizo famoso con La
Ciudad y los Perros, La Casa Verde y
Conversación en la Catedral, novela
que no disfruté mucho al leerla, pues no le encontré magia y originalidad.
Vargas Llosa no se olvidó nunca de sus raíces ni del Perú, sus temas y lugares
de sus libros incluyen generalmente a nuestro confuso país, éste es un hecho
resaltante en su vida.
Lo
que más escribió son novelas, tiene una prolífica obra literaria, creo que más
de treinta libros, escribió demasiado. Rescato de él esa capacidad que tuvo de hacer ficción para
crear tantos personajes, hechos y escenas y esa disciplina como su fe para
escribir. Tiene millones de lectores, seguidores y admiradores en el mundo. El
año 2010 escribí un artículo breve sobre él para el diario El Pueblo cuando ganó el Premio Nobel. Sus novelas navegan entre
los histórico y la ficción. Influyeron en su prosa el francés Gustave Flaubert
y el norteamericano William Faulkner. Usó el estilo del dato escondido, la
historia de vidas paralelas como el Pez
en el Agua, donde intercala sus memorias con su vida política, me deleitó
este libro en mi juventud y la leí con detenimiento e interés. Empleó también
los saltos en el tiempo y la retención de la información como técnicas
literarias. Leí Conversaciones en
Princeton con Rubén Gallo, donde explica el por qué de varias de sus
novelas, me perdí algunas tardes entre estas páginas, pues los libros acompañan
nuestras vidas. En este libro Vargas Llosa contesta a las diversas
interrogantes de estudiantes sobre su obra. El diálogo enriquece tanto al
escritor como al alumno. Historia de
Mayta es un buen libro, que narra la vida de Alejandro Mayta, un
revolucionario trotkista, que en 1958 inició un intento de cambiar el rumbo de
gobierno de nuestro país y fue detenido varias veces, la novela describe el
nivel de conflicto político de aquel entonces. Con mi madre vimos la película La Fiesta del Chivo, la vida detestable
del dictador Rafael López Trujillo, quien termina siendo asesinado. Vargas
Llosa fue hábil cuando se documentaba muy bien antes de iniciar un proyecto
literario, debe tener decenas de borradores de su obra. Alguna vez lo vi
caminando por la Plaza de Armas de Arequipa y dando una entrevista.
De
joven escribió su obra de teatro La Huida
del Inca estrenada en Piura. Tiene la influencia de Sartre, a quien he
leído y criticado. Se independizó estéticamente y creó su propia forma de hacer
literatura y periodismo, siempre tuvo estas ideas políticas de derecha con
pensamiento liberal, ya que el Nobel estuvo a favor del aborto, la eutanasia,
el matrimonio gay, en fin, ideas que yo no comparto en lo absoluto, al
contrario, las critico en mi literatura. He leído con detenimiento parte de su
obra periodística en Contra Viento y
Marea. Mi padre me decía que a Vargas Llosa le falta humanismo en sus
letras.
Su
lenguaje no tiene adornos y es directo, siempre tuvo la suerte de contar con el
apoyo de la crítica literaria peruana y mundial, creo que se la ganó. ¿Pero,
qué espero de un mundo que se contenta principalmente con lo material y lo
finito? No estamos ante una humanidad que va más allá de lo mundano, se
conforma con lo trivial y es dependiente del avance tecnológico. Vargas Llosa
no creía en la eternidad, con mucha caridad digo que no fue cristiano ni
creyente y según ello conformó su obra, con buenas historias como personajes y
algunas virtudes por difundir. Fue un buen crítico de las dictaduras y defensor
de la democracia. En mi crítica sana puedo decir que los Premios Nobel están
dados casi para todo el mundo, sus criterios son bastante relativistas. Destacan
sus libros Lituma en los Andes, La Casa Verde, Le Dedico mi Silencio, Un
Viaje a la Ficción (sobre Juan Carlos Onetti), La Utopía Arcaica, que la leía de joven y la releo de adulto,
donde explora las ficciones del indigenismo y a Arguedas, a quien considera en
sus primeras páginas como un buen escritor, idea que comparto. Destacan también
El Sueño del Celta, El Paraíso en la Otra
Esquina, El Héroe Discreto, Medio Siglo con Borges (no hay ese libro en el
Perú, desearía leerlo), Tiempos Recios,
cuentos Los Jefes y Los Cachorros,
Fonchito y la Luna y El Barco de los Niños (éstos dos últimos son cuentos
infantiles poco difundidos).
Lo
considero también un buen ensayista y es muy metódico. Leí además con fervor La Tentación de lo Imposible, donde nos
habla del genial poeta, dramaturgo y novelista francés Víctor Hugo con su obra
cumbre Los Miserables. Es interesante
lo que resalta de los personajes en esa novela, aunque su crítica no tiene
visión ética, se dedica a explorar inteligentemente hechos y personajes. Habla
también en este ensayo sobre la vida de Víctor Hugo. En La Verdad de las Mentiras nos traslada al mundo de la novela, pues
soslaya que detrás de toda imaginación posible hay una verdad, lo que
lógicamente es opuesto a su perspectiva netamente relativista, que es parte de
la cultura que respiramos hoy. Me entretuve con la Civilización del Espectáculo, donde sostiene que hoy todo es
cultura, pero en este libro no se atreve a indicar lo que es anticultura,
argumenta que los tiempos y los gustos de la humanidad son diferentes a los de
otra época. Hago un paréntesis, porque es digno decir que donó su biblioteca
personal al gobierno regional de Arequipa, su tierra natal, un gesto noble. Un
buen escritor es un mundo por indagar. Parece ser que en su vida tuvo varios
amores, fue cuestión y vida del escritor. También destaca entre sus últimos
libros Un Bárbaro en París, que son
un compendio de comentarios acerca de la literatura francesa. Recibió con
cierta justicia en mi opinión muchos premios literarios y distinciones.
Era
un político de derecha, que criticó con sumo acierto (aspecto que comparto)
dictaduras y gobiernos corruptos. El Nobel lo obtuvo por describir las
cartografías de poder en el mundo. Si hubiese sido elegido Presidente del Perú
en 1990 y haberle ganado la batalla a Fujimori, no sé qué hubiese sido de mi
patria. Lo mejor para Vargas Llosa es no haber sido elegido, porque su imagen
se hubiese teñido quizás de un color oscuro, eso nunca lo sabremos. Lo seguiré
leyendo con espíritu crítico como a todo escritor. Vargas Llosa quedará en la
historia de la narrativa peruana y universal. Era un cosmopolita como él se
autodefinió, su obra siempre causará polémica, hay mucho más que decir, yo
culmino este artículo periodístico diciendo que le tengo mucha gratitud y rezo
por su alma.
Setiembre, 2025
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