ODA A LA TERNURA
Yo te
siento ternura en las huellas del afligido,
en el eco de la risa
de un niño,
en las palabras de un
anciano olvidado en un asilo,
que me relata su
vida, que a mi memoria le asombra.
Yo te siento ternura
en la belleza del ocaso,
en la pobreza de una
casa con tardes de amor.
Y yo soy feliz en
aquella casa, donde Dios
es todo providente y
yo un novato escritor.
Yo te siento ternura,
ahora que ya sabes que siempre estaré enfermo.
De mi dolor a
nadie me quejo. ¿Por qué habría de
hacerlo?
¿Qué ser mortal de
barro divino no ha sufrido mucho alguna vez?
Sin ti ternura, la
literatura no existiría o sería toda ella una obra incompleta.
Yo te siento ternura
en la belleza que tiene todo día.
Vienes a mí de pronto
para suscitarme algarabía y de esa forma llevar mi vida.
¿Por qué
ternura, esta humanidad parece por
momentos haberte olvidado?
Cuando versos futuros
pueda crear,
inspira tu nombre en
mi agitada alma.
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