EPITAFIO PARA MI PADRE
Chuquibamba fue su
tierra de intensos recuerdos
y Majes el lugar donde
sembró su infancia y juventud.
Cultivó las letras, fue
un empedernido lector del Quijote
y amó la lógica, la
gramática y la filosofía sin descanso.
Cerró serenamente sus
ojos una mañana de invierno,
para luego encontrarse
con mi Madre en la otra vida.
Lloró muchas veces como
un niño en un jardín lejano
y se alegró con lo más
sencillo, como el niño Dios en Navidad.
Construyó en la casa
una impredecible biblioteca.
Enseñó con inteligencia
a miles de jóvenes, que esperan un futuro de abril.
Hoy, mi padre es un
poco de gloria y humanidad.
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