ARTICULO UNA CONCEPCION DEL PERU
El proceso de transformación
El Perú es una nación con una
identidad peculiar, porque su mestizaje
resalta
la variopinta realidad de su historia, raíces, razas, problemas, riquezas y el hecho de la Conquista
Española; con sus aciertos y faltas. En el censo de 1940, el 38.55%
era de raza blanca y sobre
todo mestiza y
el
57.60% de raza india. En estos dos grupos recaía la composición poblacional. Víctor Andrés Belaúnde en su libro Peruanidad, soslaya
que la fusión racial se
produjo principalmente en la sierra. El Perú se transformó con el hecho de la conquista y el
mestizaje, naciendo así una nueva
identidad. Negar ello, es restarle visión al Perú,
es amputarlo,
es quitarle una aurícula de su corazón.
La visión de
Mariátegui es la
de un Perú no indigenista, sino más bien con indigenismo. En
el
libro la Utopía Arcaica de Mario Vargas Llosa se
cita
al
historiador Alberto Tauro, quien
en
1940, precisó la diferencia conceptual
entre la visión indigenista y el indigenismo; siendo
éste último una
toma
de conciencia
del
indio, sin mezclarlas con las otras razas de la época. Comparto el fundamento de
Tauro, ya
que se cae en el error
de cortarle una pierna
al Perú y
tomarlo solamente como un país de indios, cuando existió un proceso de fusión
racial. Proceso que estuvo enmarcado en un contexto de conquista,
donde los hombres y
mujeres se conocieron, enamoraron y
formaron familias. Esta afirmación anterior, no niega algunos de los abusos perpetrados en la conquista, pero la historia debe situar cada hecho en su espacio y tiempo determinados. Es tan cierto el mestizaje, como los
abusos cometidos
por algunos conquistadores españoles distanciados, de la misión real de conquistar estas tierras: Evangelizarlas y proporcionarles cultura.
De
la transformación a
la concepción
¿Qué es el Perú hoy? ¿Ha sufrido su identidad cambios por la postmodernidad?¿Somos
mestizos aún? Las interrogantes
son diversas y me aproximaré con
intención
objetiva.
Somos nación, porque
compartimos elementos comunes;
como la historia, los símbolos patrios, el terruño, nuestros héroes, costumbres (dentro de ellas, la gastronomía, hoy con más
presencia),
el folklore, la constitución, las leyes,…Esa reunión de elementos vitales constituye la nación. La palabra compartir ha sido citada dentro del contexto, en el cual, todo
peruano, de referirse a sí mismo como ciudadano citaría los mismos elementos que otro peruano. Por ejemplo: Miguel Grau, el Caballero de los Mares, es un referente para cada peruano en nuestra historia y un ejemplo
de valentía. Esa identificación se daña
cuando aislamos a la región del país. Se han acrecentado ciertos regionalismos. Si bien es bueno amar el terruño propio que a uno lo vio nacer, la nación debe ser el referente primero.
La postmodernidad; marcada por el uso en demasía de la tecnología y de los criterios
racionales, como de
la libertad individual,
han terminado impactando
en la forma de
vida
y en el pensamiento de los peruanos. La tecnología en su efecto capturador, genera
dependencia, donde la actividad humana se
enfoca en las novedades tecnológicas, de una manera tal que la persona se desentiende de sí misma y
de su
medio. Si hiciéramos la pregunta
¿Qué es ser peruano?, creo que tendríamos respuestas inesperadas, que demostrarían una lejanía del Perú de hoy con su historia. La racionalidad postmoderna, como cosecha
de la
Ilustración, pretende pragmatizar el pensamiento. Su lógica, en un
ejemplo sería: ”Soy peruano porque es un país con oportunidades de crecimiento
económico”. Aunque lo anterior es en la actualidad una
afirmación cierta, el pensamiento culmina centrándose
en un hecho y no en la esencia, en lo que somos, en lo que nos hemos
constituido como
país después
de
una
historia.
¿Y si no
tuviéramos
crecimiento
económico, dejaríamos de ser peruanos?. La libertad individual,
hace simple el raciocinio sobre el discernimiento de la nación. Deja a cada quien que lo decida. Pero:¿Con quién
confronto mi idea
de nación, de peruanidad, de
sociedad?¿Solamente conmigo mismo? La cultura del diálogo y la visión histórica que profundice el origen, hace que cada quien
se acerque a una concepción más acertada del Perú y del
llamarse peruano.
Seguimos siendo un crisol de razas, somos un país mestizo y aquello marca aún nuestra propia época. Sin necesidad de argumentación estadística, es suficiente con que nos
veamos unos a otros, en los diversos lugares del Perú. Y cada uno de esos lugares reafirma nuestra identidad alegremente
mestiza.
Como cita poéticamente
Eusebio Quiróz Paz Soldán en un artículo sobre identidad arequipeña: “Ciudad de contrastes verdaderos, cuyas calles urbanas terminan en "rondas", donde rumorosa el agua de la acequia refleja también la paciente cabellera
del sauce centinela en medio del silencio de la tarde cuando se tornasolan los trigales y
se adormecen
los caminos.”
Somos una nación mestiza, cuya diversidad la enriquece y le exige unidad. Fuimos
conquistados y emancipados, y
en
esa historia, aún debemos reconciliarnos con el pasado. Debemos emplear
juiciosamente lo valioso de lo postmoderno para enriquecer la esencia y el desarrollo
de nuestro pueblo. Somos un Perú que anhela,
con
esperanza, una vida cada vez mejor.
Lo escribí hace algunos años.
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