CARTA A MIS PADRES

 

Yo soy una de esas personas que a veces espera que la razón y la fe le dicten lo que debe hacer. Pues mi pequeño corazón hoy los recuerda a los dos, los recuerda siempre. Desde su ausencia, hay un breve vacío en mi alma, que les reza y pide su intercesión para mis peticiones al Hacedor del mundo y de la vida humana.

Tú madre, partiste al encuentro con Dios una noche de invierno del 2013, te fuiste como se elevan los ángeles y dejaste en la casa un vacío imposible de llenar. Conociste a tu nieta Belén, la primera de todos tus queridos nietos. Mi padre no dejó de llorarte nunca, algo indescriptible a mi entender. ¡Cómo te quiere! ¡Cómo se quisieron ambos como esposos! Algo admirable y aleccionador para la familia. Ahora los dos son como ángeles que habitan un lugar del firmamento, tal como Dios lo quiso. Eso espero yo también vivir. Me separé de una forma cristiana y muy pacífica, fue lo mejor, no creo en el divorcio, ustedes me inculcaron mi fe católica. Y estoy solo hace varios años y así terminaré mis días.

Yo no sabía madre que escribías poesía en tu diario, eso lo supe después de tu partida. Hay una rosa en el comedor que puso mi padre para recordarte, siempre estará allí. Puedo decirles que la literatura es mi todo, mi vocación de toda la vida; me atrapa, me enaltece y me alegra. Ya he publicado queridos padres varios libros y he ganado algunos literarios premios. Yo soy un autodidacta en ese aspecto desde hace varios lustros muy cercanos. Aunque estudie Administración de Empresas y Economía, mi corazón palpita por las letras; camina por los poemas, se despierta con ensayos, se entretiene con cuentos y relatos, discrepa de artículos y aprende mucho de las novelas como de las cartas.

Tu padre, partiste hace poco, un otoño de este año, también te fuiste para alegrar al niño Dios con una de tus clases, lo mismo hace mamá. ¿Cómo es el cielo? ¿Cómo es Cristo? ¿Cómo es nuestra Madre? ¿Ven el resplandor del sol  y la ilusión de la luna? ¿A cuántos santos han visto? Yo me imagino la eternidad con cierta frecuencia, acrecienta mi fe pensar en ello. Pienso que allí, todo lo bueno es posible y que Dios nos escucha y se asombra aún con nuestro ser. Pienso que allí se reza por los que dejamos, pedimos por sus vidas y conversión, allí el diálogo con Cristo es fecundo e infinito, mientras esperamos la resurrección; así es la promesa de la vida eterna. Tenemos la dicha en nuestra familia de todos ser católicos, ser miembros de la gran iglesia universal, que es la religión que más ha obrado en favor de la humanidad y especialmente de los más necesitados.

Les agradezco con mi ternura, el haberme hecho ingresar en el mundo de las letras con sus tertulias. De niño las escuchaba y luego empecé a leer al genio de  Cervantes, la sabiduría de Borges, a nuestro Vallejo, el humanismo de Dickens, las Sagradas Escrituras, la Doctrina Social de la Iglesia, la astucia de Chesterton, la nobleza de Ramón Ribeyro, las novelas y ensayos de Vargas Llosa, Mario Benedetti y  de Ernesto Sábato, los cuentos intrépidos de Poe, Julio Cortázar, Ciro Alegría, Arguedas, Bioy Casares, Honoré de Balzac, Anton Chejov, William Faulkner, Flaubert, García Márquez, Hemingway, Kafka, Jack London, …todo un universo. He leído mucho, como ustedes. Me entretiene la cultura de vida y discrepo de la cultura de muerte. Todos los días leo el evangelio y rezo el Rosario. Con esa vocación fui criado, es mi mundo en el que vivo, si pudiera regresar en el tiempo, cambiaría algunos detalles de mi vida, pero con lo vivido soy feliz. Sigo creyendo en los milagros, Dios ha hecho algunos en mí con misericordia y bondad.

Los domingos especialmente sigue viniendo Gonzalo con sus hijos Juan Diego, Lupita y Fátima. Me viene a visitar Belén y junto a Alvaro  y sus nueras nos entretenemos un poco y hacemos de esos domingos un día especial. A Lupita le gusta la lectura, se entretiene con cuentos infantiles, es hábil para el ajedrez y los juegos de mesa, ya parece que va viviendo la última fase de su niñez. Juan Diego es alegre y nos deleita con sus travesuras y sanas ocurrencias, le gustan los números, tal parece que será un buen ingeniero. Fátima es bebé aún, está explorando el mundo. Mis dos hermanos siguen en el camino de la fe y han hecho de la docencia universitaria  y la investigación, su opción de vida, mantienen con inteligencia a sus familias. Por su parte Belén, ya creció, dejó de ser niña, aunque rezo para que no pierda ese brillante corazón. Hoy día, lo que más nos cuesta es formar nuestro interior. Yo admiro a las buenas personas. Belén estudia psicología, es crítica con el mundo que le ha tocado vivir. Está madurando y aprendiendo a vivir. Cuando me visita rezamos juntos, conversamos bastante sobre sus cosas y las mías, todo pregunta y de todo opina, le gustan las pastas, el atletismo, los viajes y está aprendiendo la buena faena de la cocina. Tiene la alegría de ti mamá y  de ti papá. Intuyo que tendrá un hijo y seguirá siendo feliz. Rezo con fervor y paciencia para que nuestra familia sea santa, para concluir nuestras vidas juntos nuevamente en el cielo. La Sra. Clorinda sigue sirviendo en la casa y presumo que lo hará por varios años más, lo hace con esmero y cariño, de la forma en que ustedes le encomendaron. Le tengo cariño a su familia, especialmente al Alvarito y al Gonzalito (con quien jugaba cuando era pequeño).

Yo sigo confiando en Dios y en Nuestra Madre cada uno de mis días, no dejo de leer ni escribir. Los extraño inmensamente y les seguiré contando mi vida feliz.

Agosto, 2024

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